domingo, 21 de octubre de 2012
Hagamos el amor, mirémonos
Es inevitable.
Sabes que me tienes. Basta que me mires, con que te responda la mirada, lo sabes.
Baila con ella, corazón, mientras yo lo hago con él. Adelante, gózala, acariciala, pasa tus dedos entre su cabello. Acá, él disfruta meter sus manos en los míos, me los jala para mirarme.
Mírala como a mí. Hazlo, inténtalo. Luego voltea y búscame, allí estoy, obsevándote, mientras me acarician.
Así, de frente es mejor. Veo cómo me miras y lo siento, es ese fuego que tenemos, que avivamos con una mirada, con nuestros ojos que como oxígeno llegan para aumentar la intensidad de esa flamita tan pequeña que ha quedado latente, negada a desaparecer.
Podría seguir acercando mis caderas a las de él, para que observes, para que te deleites, velo, eso solía ser tuyo. Tú decides besar su cuello para luego, libremente, levantar la visión y fijarla en mí, sí, sigo allí. Yo podría seguir hablando en silencio contigo, sé que tú también, pero ella te lleva, te quiere, sin embargo yo, corazón, te deseo, completito, como antes.
Adelante, vete. Mientras subes cada escalón te observo, lo sabes. Bebo de esa botella cuyo contenido me servirá para olvidarte. Bebo y subes. De repente, te detienes, volteas y me miras. Yo te observo con esa mirada lujuriosa que tanto te gusta. Te sonrío traviesa, "adelante, te doy mi bendición, disfrútala" Me señalas, pretendes indiferencia pero tus dedos se dirigen a mí, me lo dices "Es por ti".
Vete con ella, cariño, tócala, penétrala. Que yo, esa noche, ya te he cogido.
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